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Si hay un aroma que enamora en Chile, es el del pan recién horneado. Y es que los chilenos están entre los mayores consumidores de pan del mundo —se calcula que cada persona come más de 90 kilos al año—. Y en una buena “once” —esa comida mitad té, mitad cena— no puede faltar una canasta con pancitos calientes.
En Chile tenemos panes icónicos, cada uno con su propia historia:
Marraqueta
Nacida en Valparaíso a fines del siglo XIX, inspirada en un pan francés que trajeron inmigrantes europeos. Se dice que su nombre viene de dos hermanos panaderos apellidados Marraquette. Crujiente por fuera y suave por dentro, perfecta para mantequilla derretida o un buen pebre.
Hallulla
Más densa y suave, con manteca en la masa. Además, es muy popular en las panaderías de barrio, ideal para un sánguche de queso fresco o mermelada casera.
Coliza
Prima de la marraqueta, pero sin división en “cuartos”, lo que la hace más compacta y perfecta para sándwiches grandes.
Pan amasado
Típico de zonas rurales. Su sabor casero viene de la manteca o mantequilla que se incorpora en la masa, y antiguamente se cocinaba en horno de barro o directamente en sartén sobre leña.
Tortilla de rescoldo
Un pan de campo, preparado y enterrado en brasas y ceniza caliente. El resultado es un pan con un sabor ahumado inconfundible. En el sur, muchas familias aún lo hacen para acompañar mate o té.
No obstante, la once chilena no es solo pan: es creatividad en la mesa.
Algunos acompañamientos clásicos y sabrosos son:
- Palta molida con sal y limón.
- Atún o jurel con cebolla y cilantro: sencillo, barato y lleno de sabor.
- Huevos revueltos con tomate: perfectos para una marraqueta recién abierta.
- Quesos y fiambres de todo tipo.
- Pichanga chilena: mezcla de encurtidos, quesos, jamón y aceitunas, ideal para picotear.
- Kuchen de murta, frambuesa o manzana, típico del sur.
- Torta de hojarasca o milhojas.
- Empolvados y chilenitos rellenos con manjar.
- Calzones rotos en invierno.
- Queques caseros, simples o con nuez.
- Sopaipillas con pebre o chancaca.
- Panqueques rellenos con manjar o mermelada.
- Leche asada o arroz con leche para un toque más de postre.
Y para beber:
- Té cargado con leche o limón.
- Café con leche o “cortado”.
- Mate
- Leche con plátano o con frutilla, para los más nostálgicos.
Más que una comida, la once es un momento para detener el día, compartir y conversar. Porque en Chile, el pan no se sirve solo: se sirve con cariño y en compañía.
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