Cada año, cuando llega el Día Internacional del Hombre, me surge la misma pregunta: ¿por qué tuvo que crearse? ¿Fue realmente necesario equilibrar algo? ¿Acaso el empoderamiento femenino había avanzado tanto que algunos hombres comenzaron a sentirse “restados”?
O, por el contrario, ¿nació porque había problemáticas masculinas invisibilizadas que nunca se habían tomado en serio? Pensarlo incomoda, pero también permite mirar más profundo un fenómeno que suele pasar desapercibido.
¿Por qué se celebra y cuál es su objetivo?
El Día Internacional del Hombre fue instaurado por Thomas Oaster, director del Centro de Estudios Masculinos en la Universidad de Misuri-Kansas City, en 1992 con el fin de temas como la salud masculina, los modelos positivos de masculinidad y la igualdad de género.
Ahora, estos propósitos son aún más profundos ya que visibilizar la salud masculina, implica concientizar el cáncer testicular, cáncer de próstata, depresión y suicidio, que presentan tasas más altas en hombres. Asimismo, promover modelos masculinos positivos, diferentes al estereotipo del hombre fuerte, invulnerable y proveedor.
Por otra parte, se llama a Fomentar la igualdad de género desde ambos lados, incluyendo el rol del hombre en la crianza y en la corresponsabilidad doméstica.
Mucho menos que el Día de la Mujer
El 8M es masivo: campañas, marcas, activaciones, discursos corporativos, contenido digital. No obstante, el Día de ellos es marginal: algunos posts en redes, pocas marcas lo toman, y casi nunca hay campañas grandes.
¿Por qué no despega igual? Porque el 8M es un día con carga histórica, política y reivindicativa, en cambio conmemorar a los “machos” no surge desde la lucha social, sino desde una invitación a la reflexión.
Si te preguntas si los gay celebran o se consideran, la respuesta es con un Si rotundo, pues día que incluye a todos los hombres, sin distinción de orientación sexual. Sin embargo, vale hacer una precisión:
- Las problemáticas de los hombres gay no son las mismas que las de los hombres heterosexuales.
- La discriminación, la violencia homofóbica, el bullying, los prejuicios familiares, e incluso la expectativa corporal dentro de la misma comunidad LGBT+, son temas diferentes.
- Por eso, en muchos países, organizaciones LGBT+ aprovechan el 19 de noviembre para hablar de salud mental, suicidio, VIH, y acceso a atención digna.
Su presencia, marca
- El padre:Representa protección, contención y guía emocional. Su presenciao ausencia influye en cómo una mujer entiende el cariño, los límites y la seguridad afectiva.
- El hermano:Suele ser aliado, compañero y testigo de la vida familiar. Su rol mezcla cercanía, lealtad y, en muchos casos, la primera experiencia de vínculo con un varón de confianza.
- El amigo hombre:Aporta una mirada distinta, directa y sin tanta carga emocional. Puede entregar apoyo honesto, humor, perspectiva y compañía en momentos donde la neutralidad es clave.
- El marido o pareja masculina:Es vínculo íntimo, cotidiano y de proyecto. Su rol implica cuidado mutuo, comunicación, sostenibilidad emocional y la construcción conjunta de una vida (sea convivida o no).
- El hijo:Para muchas mujeres es una relación que transforma la identidad. Introduce la experiencia del cuidado profundo, de la responsabilidad y del vínculo afectivo más formativo para él.
- El abuelo:Figura de sabiduría, memoria familiar y afecto calmo. Representa raíces, historias y el sentido de continuidad entre generaciones.
- El tío:Puede ser referente cercano, soporte emocional y puente entre generaciones. A menudo genera confianza desde un rol menos estructurado que el parental.
- El colega o compañero de trabajo:Aporta colaboración, perspectiva profesional y apoyo en entornos donde sigue existiendo brecha de género. Su rol puede ser clave para ambientes laborales más seguros y equitativos.
- El jefe hombre:Sigue siendo una figura influyente. Idealmente debe ofrecer liderazgo respetuoso, oportunidades justas y claridad en el desarrollo profesional.
- El mentor:Es guía, modelo y contención en procesos de crecimiento personal o laboral. Su impacto puede ser profundo incluso si aparece solo en una etapa de la vida.
El hombre de ayer vs. el de hoy
Ayer
- La autoridad moral y doméstica recaía sobre él.
- No se le permitía la vulnerabilidad.
- Se definía por su trabajo y su capacidad de proveer.
- La paternidad era más distante y jerárquica.
- La masculinidad era rígida, binaria y vigilada por la sociedad.
Hoy
- Se espera que sea proveedor y emocionalmente disponible.
- La vulnerabilidad dejó de ser sinónimo de debilidad.
- La paternidad activa es valorada.
- La identidad masculina es diversa: afectiva, cuidadora, profesional, creativa. El hombre moderno debe navegar entre discursos que a veces se contradicen: igualdad, sensibilidad, firmeza, éxito, autocuidado y responsabilidad social.
Cosas que los hombres ahora sí se atreven a decir
Durante años, hubo frases que los hombres no se permitían pronunciar. Hoy, entre terapias, podcasts y conversaciones más honestas, el silencio se rompe. Este reportaje recoge confesiones que antes se guardaban y que ahora se dicen sin pedir permiso.
Antes no se decía…
- “Estoy triste, pero no sé por qué.”
- “Me siento inseguro cuando no me validan.”
- “No me gusta mi cuerpo.”
- “Tengo miedo de fallar como papá.”
- “A veces solo quiero que me abracen.”
Estas frases eran casi tabú. El hombre debía ser fuerte, seguro, invulnerable. Mostrar emociones era “de débiles”. Pero algo cambió.
Ahora se escucha…
“Fui a terapia y lloré como nunca. Me hizo bien.”
“Me importa cómo me veo, y no me da vergüenza decirlo.”
“No sé cómo hablar con mi hijo adolescente, pero quiero aprender.”
“Me siento solo, aunque tenga amigos.”
“Estoy aprendiendo a poner límites, aunque me cueste.”
¿Qué pasó en el medio?
No hay una sola respuesta. Tal vez fue el feminismo, las redes, los memes, los libros, los amigos que se atrevieron primero. Lo cierto es que hoy el hombre tiene más permiso para sentir, dudar, hablar. Y eso, aunque parezca poco, es revolución.
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